Esta semana pasada he tenido el placer de trabajar de guía con un grupo de invidentes. Hemos estado visitando el centro de Logroño, el museo del vino de Dinastía Vivanco, una bodega en Haro, los monasterios de San Millán de la Cogolla, Nájera, Cañas, Santo Domingo, Laguardia, … En fin, han recorrido los puntos turísticos más conocidos, incluida la calle Laurel con sus pinchos morunos, orejitas, matrimonios y demás delicias.

Hacer visitas guiadas para un grupo en el que la mayoría de sus componentes no ven lo que se tiene delante te hace aumentar la descripción de todo lo que estás viendo y que, en un grupo convencional, obviarías por no ser redundante: materiales, medidas, posición, cantidad, … Eso por no hablar de las aceras, los pasos de cebra o los semáforos.

Leyendo en braille

He aprendido cantidad de cosas curiosas e interesantes: a distinguir las monedas y los billetes, a cocinar con microondas, a conocer los peligros de las calles o lo importante de la dieta de un perro guía y su adiestramiento antes de comenzar a vivir con su dueño…

Me quedo con la sensación de que este grupo me ha aportado mucho más de lo que yo he podido aportarles a ellos. Muchas gracias, José Luis, Raúl, Lola, Juan, … Os esperamos por La Rioja de nuevo, hay mucho más que ver y disfrutar por aquí.