Ya estamos en plena vendimia. Este año se ha hecho esperar pero el ruido de los tractores y el aroma del mosto fermentando empiezan a llenar nuestra región. La incertidumbre y los nervios están a flor de piel: los cosecheros que todavía no han empezado la vendimia miran a su alrededor para ver quién es el vecino que antes comienza, al cielo para ver si vienen tormentas y se acercan a las viñas con su refractómetro en mano para medir el grado de azúcar de la uva y, así, decidir el orden de la cosecha de cada una de las fincas.
En esta época tan mágica y a la vez complicada, los pueblos de Rioja se ven envueltos en una atmósfera de cooperación y duro trabajo durante aproximadamente un mes. Los de Rioja Baja ya tienen buena parte del trabajo hecho; en la Rioja Media estamos empezando con la uva tinta y en las partes más altas de la denominación todavía necesitarán un poco más de paciencia.
Los almuerzos, los viajes en tractor y el intercambio de opiniones entre los diferentes cosecheros son los protagonistas que hacen que el tiempo de vendimia sea en cierta manera algo relajado y divertido a la vez. Esto se da en su gran mayoría en las básculas de las bodegas, pues es aquí donde los tractores tienen que esperar largas colas para descargar sus remolques. No nos olvidamos del estrés que se sufre en este mes, dada la importancia de la recogida de la cosecha. Los viticultores tras un duro e intenso año de trabajo en la vid, esperan este momento ansiosos para ver el resultado de su labor. Todo esto es lo que nuestros visitantes están viviendo estos días en las jornadas de enoturismo y en los servicios de guía por bodegas.