De toda la vida recuerdo un nido de golondrina al lado de la bajada a la nave de la bodega, ya en el interior. Cuando hicimos la reforma hace tres años, nos dimos cuenta de que la golondrina esa temporada se había buscado un lugar más tranquilo para pasar el verano. Toda la vida había pasado dentro por un hueco que había en la puerta y, aunque hicimos reformas, no quisimos taparlo con la esperanza de que un día volviera.

Cuál fue nuestra sorpresa cuando este año, después de tres sin inquilino, vino un pajarillo a ocupar el nido de la golondrina ¡y crió tres polluelitos! Yo pensaba que era la misma golondrina pero, cuando se dejó ver bien, comprobamos que era un ruiseñor. Las crías volaron hace días, pero el adulto sigue en la bodega. ¡Incluso se dejó ver en la jornada de enoturismo del sábado!

Nido de ruiseñor en la bodegaAquí dejo un enlace con el canto de un ruiseñor. ¡Qué delicia como música de fondo!